22 de julio de 2009

RESEÑA EN EL OLIVO (POR JUAN ANTONIO RODRÍGUEZ)


RESEÑA EN TRISTE Y AZUL POR RAFAEL HOCES





    La guitarra flamenca, en continua evolución, va ampliando su lenguaje a veces hasta límites que superan ampliamente lo que de manera estricta comprende el flamenco. Necesitaríamos numerosas páginas para intentar definir dichos límites y, aún así, no lo conseguiríamos. Como si de una lucha maniquea entre el bien y el mal se tratase, la ortodoxia defiende las características musicales del flamenco tradicional, mientras lo heterodoxo intenta modificarlas y ampliarlas. Un equilibrio entre ambas fuerzas puede dar como resultado un trabajo reconocible por los aficionados y que comprenda, a la vez, una ampliación de las armonías y melodías tradicionales. Éste es el caso del disco de Paco Escobar A contratiempo. En él se conjugan toques tradicionales como la soleá y la granaína con otros que son ajenos a los cánones (Paisaje cromático o Palabras) y con un tercer grupo de estilos que podemos denominar de difícil clasificación. En el último caso, Paco juega con nuestra capacidad intuitiva como conocedores del flamenco haciéndonos dudar del palo que se trata, haciéndonos creer que se trata de uno para desembocar en otro. Este hecho ha sido muy criticado por la flamencología tradicional; el oyente necesita identificar lo que escucha para abandonarse al placer que supone dicho reconocimiento estético. En esta línea encontramos en algunos trabajos de guitarra flamenca palos que empiezan y terminan sin que el oyente identifique de cuál se trata, pero Paco, sabiamente, combina fragmentos de incertidumbre con otros canónicos, proporcionando rasgos flamencos e innovadores a la vez. Tenemos la medida exacta entre novedad y tradición. Es, indiscutiblemente, flamenco, pero se hacen “excursiones” fuera de la frontera. A este nivel juega un papel importante la instrumentación. El bandoneón y corneto no son instrumentos en absoluto tradicionales en los discos de guitarra flamenca. Paco utiliza, por ejemplo, un corneto en Bajañí, comenzando con características musicales que poco tienen que ver con la guitarra flamenca tradicional para después comenzar de lleno con los doce tiempos de la bulería en modo flamenco, despejando toda duda. En este contexto, el disco no se rinde a la comercialidad, pero sí se compone según la moda. Las composiciones comerciales son aquellas que buscan que el disco sea lo más sencillo posible, lo más cercano al gusto del público, aún sacrificando fragmentos u otras cuestiones que puedan proporcionar calidad al trabajo. La moda es aquello que ocurre cuando existe un estilo compositivo común a una época. El romanticismo o el nacionalismo no eran sino modas y no por seguir una determinada moda las composiciones eran de peor calidad. Paco se encuentra, como los guitarristas de la época en que vivimos, a medio camino entre los toques tradicionales y las nuevas afinaciones, armonías y rítmicas, aportando una visión muy personal, difícilmente clasificable en una corriente concreta. Destacamos también, a este tenor, el aspecto formal, curiosamente descuidado en algunos guitarristas contemporáneos. Un toque no debe, a mi entender, estructurarse en un compendio de falsetas y rasgueos sin solución de continuidad. Ambos deben aparecer con sentido como lo hace cualquier narración. No por ser abstracta, la música ha de presentarse sin sentido. Llamadas, cierres, falsetas, rasgueos y estribillos han de emerger de forma ordenada, siguiendo la lógica musical, extremo que Paco conoce perfectamente. Se perciben, con nitidez, trazas de su experiencia en el campo del acompañamiento al baile y cante en la cantidad de cierres, llamadas y contratiempos que realiza la guitarra en los temas rítmicos. No quiero dejar pasar la oportunidad de subrayar el aspecto literario-musical del disco, importante pilar tanto por la doble vocación del autor (profesional del mundo de las letras a la vez que guitarrista y compositor) como por la colaboración de Velázquez-Gaztelu y Jaime Siles. Quizá lo que pretendía Wagner con su concepto de “obra de arte total”, en donde quería integrar todas las artes a través de la música, pueda empezar a verse en el flamenco en este CD. Texto y música. Y música con influencias del cante y el baile. En cuanto al análisis de las piezas en sí, en el comienzo del disco (la rumba Momentos) destacamos el uso del pizzicato, como técnica nada común en la guitarra flamenca, que Paco ejecuta con sobrado conocimiento de causa, estructurando las frases de forma equilibrada, evitando el abuso de esta técnica que puede resultar incómoda y extraña a un profano no avezado en la materia. Posteriormente, manejará el pizzicato también con el mismo concepto compositivo en Bajañí.

    Tras la sección en pizzicato, hace la aparición en el disco el bandoneón de Ariel Hernández, como referencia a Astor Piazzola, autor que influye en su estilo compositivo. En un sendero compositivo paralelo, Paisaje cromático y Palabras son intenciones expresas del compositor de salirse de los cánones del flamenco. Ambas representan lo que denomina “diálogos instrumentales”. El primero dedicado a su madre y el segundo a su esposa. Podríamos enmarcar estos temas en lo que se llama forma Fantasía. En Paisaje cromático encontramos una leve referencia al ritmo ancestral y prístino del jaleo. Aquí vamos a descubrir complejas estructuras armónicas que sitúan al oyente en una gama amplia de colores tonales, las cuales proporcionan frescura constante a la composición. Palabras, dedicado a Isabel, su esposa, nos presenta una rica armonía que culmina en el final en virtud de una melodía que no desciende a la tónica, dejándonos en un lugar de indefinición tonal. Evoca, en concreto, la técnica del bajo Alberti, típica del periodo clásico de la música culta. Comparando el uso de los instrumentos podemos notar cómo Paco es tan capaz de introducir el bandoneón y el corneto en temas o fragmentos no flamencos como aquellos que sí lo son, haciéndolo con pleno sentido.En su recorrido compositivo, sorprende el uso que hace Paco de las scordaturas, contempladas tanto para el tema principal que da nombre al disco, A contratiempo, como en Bajañí. Los guitarristas contemporáneos, en la búsqueda constante de nuevos horizontes musicales, recurren a afinaciones que imprimen un color diferente al de las armonías tradicionales. El colorido es distinto cuando tratamos la cadencia andaluza sobre los acordes lam, SolM, FaM y MiM y cuando lo hacemos en fa#m, MiM, ReM, Do#M. Paco conoce estos extremos y se maneja con soltura en el amplio registro de las nuevas afinaciones haciendo uso de todo el mástil. En A contratiempo consta otro diálogo entre la guitarra y la voz. Llama la atención la intro del trémolo en compás ternario, que crea una expectativa de un palo en este compás o en doce tiempos para luego romper súbitamente en los cuatro tiempos de los tangos. Es éste tema el más complejo a nivel rítmico y que mejor representa el nombre del disco. Paco superpone ritmo de tanguillo sobre tangos y realiza un juego rítmico-armónico para situar al oyente en un plano de incertidumbre rítmica. Es fácil argumentar que está “fuera de compás”, cuando en realidad lo sigue perfectamente. Hagan la prueba. La voz de Rafael de Utrera se adapta perfectamente a la melodía principal compuesta por Escobar.

    Junto a la ermita recrea el ambiente de la gente que espera a la Virgen del Rocío en armonía con el sonido de las campanas. La voz de Victoria Escobar recoge perfectamente el motivo melódico del fandango. A modo de homenaje al toque tradicional de Juan Díaz, introduce Paco su falseta más conocida en diálogo con la scordattura en Si de una voz paralela. Más tarde, en el discurso instrumental, Paco imita la procesión ritual en torno a la virgen con un bello trémolo. Termina con un ritmo más marcado típico del fandango. En este sendero conceptual, la idea del diálogo instrumental constituye un leitmotiv de este disco, como podemos comprobar en esta rondeña-bulerías llamada Bajañí (homenaje implícito al toque jerezano de Javier Molina). Como su estilo reza, la afinación de la guitarra imita la de la rondeña que creara Ramón Montoya. Sin embargo, Paco añade la prima en re, con lo cual crea un color diferente al tradicional de este toque. Tenemos que continuar hasta Altozano para adentrarnos en un toque tradicional en lo que se refiere sobre todo a armonía. Encontramos aquí interesantes propuestas en el campo del ritmo por su variedad. Tras los primeros compases rasgueados, podemos percatarnos de cómo van desarrollándose las células rítmicas, organizadas en frases atípicas con cambios continuos en la acentuación de dichas células y cierres que caen en lugares nada habituales. En el trémolo la melodía predominante en el bajo rompe con la tiranía de los agudos como líder en este tipo de pasajes. Asimismo, haciendo honor a su tierra, Paco compone según el estilo considerado “aflamencado” de la sevillana Otoño en Sevilla. Para ello recurrirá al esquema modulatorio que ya el propio Paco de Lucía utilizara en Cobre, esto es, una tonalidad diferente para cada una de las cuatro partes de la sevillana. Pero va aún más allá introduciendo modulaciones dentro de cada sección, presentando cada parte en varias tonalidades. Se vale del recurso de los puentes modulantes como elemento de enlace. Destacamos el novedoso comienzo con ritmo interior para luego entrar en el ritmo típico de este palo. En la última sevillana encontramos una ruptura con forma típica de la sevillana. Nos encontramos ante un homenaje, según las palabras del autor, a Isidro Sanlúcar y Sal marina.Uno de los palos más comerciales suele ser el tanguillo, por la facilidad con que se presta a los estribillos fáciles. En Nostalgia Paco rompe con esta gastada idea. La percusión adquiere un papel diferente, en segundo plano y siguiendo esquemas distintos a los típicos. Conjuga el ritmo de los tanguillos modernos con los antiguos de tal forma que resulta difícil identificarlos. En contraste, en Vuelo de golondrinas se alza una granaína que introduce el corneto. Pero éste no va a imitar la voz sino que jugará con esquemas melódicos nada habituales en este palo. La armonía sitúa al oyente en un plano extraño con distintas modulaciones hasta que escucha el motivo por el cual se reconoce fácilmente el palo: el ligado en la sexta cuerda. Destacamos el interesante trabajo del trémolo, muy elaborado. Por último, en Sabor a canela, hemos de esperar a los primeros cierres tras la voz de Victoria Escobar para establecer sin miedo a errar la bulería. De nuevo sobresale el comienzo con acompañamiento en pizzicato en un 3/4 que en nada se parece a lo que viene a continuación. En definitiva, estamos ante un disco muy elaborado, fruto de largos años de trabajo e inspiración de Paco Escobar. En él encontramos la medida equilibrada entre la tradición y la innovación. Es un disco para guitarristas, en el que los amantes de este instrumento se reencontrarán con composiciones hechas para y por ella. Disfrútenlo. Paco Escobar ( Francisco Javier Escobar) es profesor de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Sevilla, matricula de Honor en Filología Hispánica.

                                                                                    RAFAEL HOCES

CONCIERTO EN 21 GRADOS






El concierto, que forma parte del programa cultural ofrecido por el CICUS para este verano, será el 29 de agosto en el patio del Rectorado de la Universidad de Sevilla (C/ San Fernando) a las 22.30 horas. La entrada es libre hasta completar aforo. Los artistas colaboradores serán:
Piano: Laura de los Ángeles (www.myspace.com/lauradelosangeles )
Bandoneón: Luis Caruana (http://www.triomistongo.com/ )
Viola de gamba: Fahmi Alqhai (http://www.fahmialqhai.com/ )
Marimba y percusión: Antonio Moreno
Guitarra: Antonio Carmona
Cante y palmas: Inma la Carbonera y Victoria Escobar.
Os esperamos.