27 de noviembre de 2019

Sembrar en buena tierra: la etnomusicología como método de análisis interdisciplinar



   En una de sus últimas entrevistas concedidas, Juan Valderrama (1916-2004) transmitía al periodista Antonio Arco, para el diario La verdad de Murcia, lo siguiente: «Canto con toda la ilusión del mundo. Si no tuviera ilusión no seguiría cantando. Con la edad aún sigo dando vueltas de un lado a otro, pero no por necesidad, sino porque cantar me da ganas de vivir». Y en efecto, como verdadero arte de la memoria, el maestro de Torredelcampo (Jaén), acaso desde la más experimentada y sabia intuición, se estaba haciendo eco de uno de los principales estandartes, o sea «el que canta, su mal espanta», como se recuerda en la paremiología más granada de El Quijote, que acaso mejor pueda definir los cantes entre la voz y la palabra de su tierra; es decir, aquellos géneros, estilos o formas genéricas a cappella que, como bien viene a señalar el autor del presente volumen a partir del deslinde conceptual entre cantes campesinos, de faena, labor o laboreo, vienen a otorgar visibles señas de identidad al rico patrimonio oral del pueblo natal del maestro torrecampeño, dado que cantando se hace el camino; o por evocar otras conocidas notas de paremia o filosofía vulgar, al calor de los Proverbios y cantares de Antonio Machado, quien se hace eco además con variación del adagio mencionado en Juan de Mairena («Si damos en poetas es... porque sabemos qué males queremos espantar con nuestros cantos») y estuvo bien interesado, como su hermano Manuel, en el folclore y el flamenco, a la zaga de la huella de su padre Antonio Machado y Álvarez (Demófilo): «Caminante, son tus huellas / el camino y nada más; / caminante, no hay camino, / se hace camino al andar».

    En otras palabras, como debió escuchar y comprobar Valderrama desde su más tierna infancia, los campesinos y agricultores de Torredelcampo experimentaron antaño una manifiesta necesidad de cantar que les transmitía «ganas de vivir», sin vanas pretensiones estético-artísticas o fútiles estilísticas hueras con pirotecnia técnica incluida, sino más bien motivada y alentada por un efecto saludable, terapéutico y hasta de meloterapia, si se quiere, en su propia autorrealización interior y en comunión con la naturaleza. De esta manera, alejados del mundanal ruido y de estériles ambiciones palaciegas, fueron dejando paulatinamente sus fértiles huellas como raíces y alas en el imaginario colectivo de la comarca. 

Podéis encontrar el texto completo en este enlace.



 Francisco J. Escobar y Carmen Linares"Sembrar en buena tierra: la etnomusicología como método de análisis interdisciplinar”, en Antonio Alcántara Moral, Los cantes de laboreo de Torredelcampo, Sevilla, Editorial de la Universidad de Sevilla, Colección: Flamenco, 2019, pp. 12-17.