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11 de diciembre de 2020

Ruta flamenca: De la Plaza del Cristo de Burgos al Parlamento de Andalucía de las manos de Niño Ricardo (La noche de l@s investidgador@s 2020)

 

Desde el nacimiento del Niño Ricardo en 1904 en la Plaza de Burgos hasta el fallecimiento de Manuel Vallejo en 1960 en el antiguo Hospital de las Cinco Llagas, este paseo nos permitirá conocer y profundizar en las vidas y obras de destacadas figuras de la historia del flamenco.



30 de abril de 2018

Vidas de arte en el humanismo hispalense. De Nebrija a Góngora




Francisco Javier Escobar Borrego, Vidas de arte en el humanismo hispalense. De Nebrija a Góngora, Frente de afirmación hispanista, México, 2018.


El presente libro ofrece un estudio de comparatismo interdisciplinar circunscrito al género de la vida de arte, o sea en las fronteras estéticas entre realidad y ficción, en el Humanismo hispalense. Para ello, atendiendo a la historia de las mentalidades, ideas o de las representaciones, se parte de la figura señera de Elio Antonio de Nebrija, rememorado con el tiempo por el maestro Francisco de Medina, a propósito del ideal de la lengua como compañera del imperio, en las Anotaciones de Fernando de Herrera a Garcilaso de la Vega, objeto de una vida y obra en la ordinatio y accessus ad auctorem de este comento crítico.

Sin embargo, el autor de la Gramática castellana había sido caracterizado ya con anterioridad por Juan Luis Vives en sus Diálogos sobre la educación, en concreto en calidad de personaje actante y conforme a ecos ficcionalizados de su vida y labor docente a partir de la lectio. De hecho, constituyó la fuente, no identificada hasta el momento en los estudios actuales del Siglo de Oro, del Libro subtilíssimo intitulado Honra de Escriuanos compuesto y experimentado por Pedro de Madariaga vizcaýno.

En este contexto humanístico de visible fuste interdisciplinar, el género de la vida de arte acabó experimentando, en fin, un personal tratamiento estético en el círculo académico de Juan de Mal Lara y su Filosofía vulgar, esto es al calor de las anécdotas vivenciales y paremiológicas del pueblo, Fernando de Herrera, con la vida de Tomás Moro al fondo, o Jerónimo de Carranza y su Filosofía de las armas, remozada tanto de notas biográficas personales como otras relativas al VII Duque de Medina Sidonia. Andando el tiempo, tales vidas de arte llegarían a culminar como floruit gracias al pintor Francisco Pacheco, autor de un verdadero libro de vidas, con retratos al vivo y mediante pincel valiente.

No obstante, en dicha cooperación científico-creativa ora la pluma ora el pincel y hasta con notas musicales, no sólo interesó el género de la vida, en la que no faltaron las metamorfosis tanto de Ovidio como de Apuleyo, sino que fue teniendo cabida también la paulatina forja de una teoría y práctica del ensayo humanístico acorde con la prosa de ideas y que podía incluir además claves de ficcionalización biográfica. Asimismo, este trabajo de academia interdisciplinar dio carta de naturaleza a otras empresas de meritorio aliento que conllevaban un trabajo de equipo; es el caso de los colores y aires musicales con villanescas contrahechas a lo divino por Francisco Guerrero, bajo la escucha de los cantos y cuentos de la vida colectiva del pueblo, así como al compás de las ideas de los afectos transmitidas por el poeta y vihuelista Cristóbal Mosquera de Figueroa, buen amigo entonces de Cervantes.

Por último, tras la estela herreriana y su entorno de élite, la ciudad de la famosa Giganta sería un atractivo lugar de reclamo e inspiración para otras dos vidas de arte; así: de un lado, al trasluz del apuleyanismo hispalense, Cervantes y Sevilla, con apuntes a la novela urbana, su ensayo creativo para otra picaresca y la representación de su vida en el Viaje del Parnaso; de otro, la pervivencia de Góngora en la capital hispalense del siglo XVII, con resonancias también de su vida por parte de epígonos y comentaristas, y entre claroscuros y pinceladas de Velázquez a Murillo, hasta llegar a su modernidad estética en tiempos del grupo poético del 27, de toque interdisciplinar. Estos últimos compases vendrán a conformar, en suma, la coda final para estas metamorfosis y transformaciones de clásicos y modernos ligadas a unas vidas de arte.

24 de septiembre de 2015

Juan de Mal Lara, Hércules animoso, estudio preliminar, notas y edición crítica de Francisco Javier Escobar Borrego



  • Juan de Mal Lara, Hércules animoso, estudio preliminar, notas y edición crítica de Francisco Javier Escobar Borrego, México, Frente de Afirmación Hispanista, A. C., 2015, 3 vols. ISBN: 978-84-616-9268-2.


"El Hércules es, sin duda, uno de los proyectos poéticos más ambiciosos acometido por un autor en nuestra Edad de Oro. Malara trabajó en él, con interrupciones, entre 1549 y 1565, hasta llegar al ciclópeo resultado –en palabras de su editor– de «un poema narrativo de corte épico–alegórico en doce libros, distribuidos en cuarenta y ocho cantos, que parangona las gestas y aretalogía del emperador Carlos V a las laboriosas empresas de Hércules». Ahí es nada: más de cinco mil octavas, casi 50.000 versos, más un copioso índice o tabla con multitud de noticias valiosas. Una obra, en definitiva, que pretendió dotar a la nación española del poema épico digno de su poder imperial. Y todo ello en el marco de una voluntad pedagógica de altos vuelos, como demuestra la dedicatoria al príncipe Don Carlos, para quien el Hércules debía ser algo así como un espejo de virtudes en que mirarse.

El destino natural de este poema era la imprenta, pero por las razones que fuese –y entre ellas habrá que contar el triste destino del Príncipe– tal cosa no ocurrió. Afortunadamente, una copia, en su mayor parte autógrafa, se ha conservado en la lisboeta Biblioteca da Ajuda, sin que sepamos cómo llegó hasta allí. Su existencia no era un secreto, pues consta en el conocido repertorio bibliográfico de José Simón Díaz. De ahí que estudiosos como José Cebrián y luego Francisco J. Escobar Borrego hayan podido publicar trabajos sobre el Hércules. Este último ha dado por fin el paso decisivo: enfrentarse a la edición del poema."
Juan Montero
Universidad de Sevilla

6 de mayo de 2015

La metamorfosis de un inquisidor: El humanista Diego López de Cortegana





El volumen que tiene el lector entre sus manos se remonta, en tiempo e inspiración, a la celebración de las Jornadas Diego López de Cortegana en el entorno humanístico de la Sevilla del Quinientos: estado de la cuestión y nuevas perspectivas críticas, que tuvieron lugar en el municipio onubense de Cortegana durante los días 23-25 de octubre de 2009. Este foro científico permitió a los especialistas invitados plantear nuevas hipótesis de investigación con el fin de sacar a la luz la obra y trayectoria vital del humanista Diego López de Cortegana (1455-1524). La posibilidad de confrontar diferentes perspectivas críticas en un espacio idóneo de análisis abrió la primera puerta para la paulatina forja de la presente monografía, dedicada a un humanista cuya figura resulta tan interesante como controvertida.

En efecto, en las primeras décadas del XVI Sevilla acoge a una selecta minoría eclesiástica que se caracteriza, especialmente, por su notable nivel cultural y por su fecunda labor de mecenazgo. La distinguida nómina de eclesiásticos comienza con un dignatario del cabildo sevillano, el protonotario apostólico y arcediano de Reina Rodrigo Fernández de Santaella (Carmona, 1444-Sevilla, 1509), quien creó en la ciudad un colegio-universidad similar al de San Ildefonso fundado por Cisneros. Formado en la escuela del humanismo italiano, Santaella tradujo al castellano el libro de Marco Polo y compuso, entre otras, una serie de obras para elevar el nivel cultural del clero (es el caso del Vocabularium ecclesiasticum o de la Sacerdotalis instructio circa missam). Una vez fallecido Maese Rodrigo, el cabildo sevillano siguió contando con importantes figuras eclesiásticas como las de Baltasar del Río, Jerónimo Pinelo, Cristóbal de los Ríos, Maese Martín Navarro o Diego López de Cortegana, quien, a decir de Marcel Bataillon, representa la personalidad más interesante del grupo desde el punto de vista literario.

López de Cortegana debió de instalarse en la capital hispalense a comienzos de la década de los ochenta del siglo XV, llegando con el tiempo a desarrollar una notable carrera eclesiástica: canónigo y arcediano de la catedral, fiscal y secretario de la Santa Inquisición, y capellán de la reina por añadidura. Sin embargo, un incidente burocrático le obligaría a abandonar su cargo de inquisidor, lo que favoreció, a cambio, su dedicación al cultivo de las letras. En esta faceta López de Cortegana acometió diversas tareas de importancia a pesar de que ya contaba con una edad avanzada, lo que demuestra una especial curiosidad e interés por la cultura y, más concretamente, por las obras de grandes humanistas (entre ellos, Erasmo, Beroaldo o Piccolomini).

Avalan, de hecho, su trayectoria la edición de una Crónica del rey Fernando Santo (1516), acompañada de un texto prologal, y tres traducciones, a saber, las del Tratado de la miseria de los cortesanos y El sueño de la fortuna –obras ambas de Eneas Silvio Piccolomini–, así como la de la influyente Querella de la paz de Erasmo, una de las primeras traducciones que éste tuvo en lengua española. Sin embargo, podemos calibrar mejor la repercusión de esta “metamorfosis” vital y profesional del humanista si consideramos la gran envergadura que tiene la que acaso sea su obra más temprana y, sin duda, la de mayor repercusión en las letras españolas de la época: la traducción del Asinus aureus de Apuleyo, cuya editio princeps podemos fechar en Sevilla ca. 1513. 

Tomando como eje cardinal el contexto trazado, la presente monografía ofrece, en consecuencia, una puesta al día de la figura y de la obra de este personaje, cuyas facetas de inquisidor y de hombre de letras habían sido poco estudiadas y, aun en esos casos, por lo general de forma separada hasta entrado el siglo XX. Se pretende con ello rendirle el debido homenaje prestando la atención que consideramos proporcionada a la influencia de su obra en el pensamiento y en las letras españolas. La publicación pretende abordar, en suma, los aspectos socio-culturales de la Sevilla del Quinientos, la relación de López de Cortegana con impresores y editores de la época, su adaptación a los patrones intelectuales del Humanismo renacentista, sus vinculaciones con ideologías más o menos heterodoxas como el erasmismo, así como su labor filológica centrada en el estudio, traducción e interpretación de modelos señeros como Piccolomini, Erasmo o Apuleyo. El volumen incide, asimismo, en la influencia que su traducción de Apuleyo tuvo para el desarrollo de la prosa de ficción del Siglo de Oro, como dejan ver El Lazarillo y sus continuaciones, La lozana andaluza o El Quijote. 

En este marco analítico queremos poner de relieve, además, la localización y estudio, por parte de los autores de los capítulos, de un nutrido número de documentos inéditos, como cartas autógrafas de López de Cortegana o de algunos de sus corresponsales más relevantes, manuscritos que presentan escolios, “trazado” y comentarios del propio humanista, o nuevos ejemplares de las obras no atendidos hasta la fecha. Con el fin de facilitar a futuros investigadores el acceso a tales documentos, éstos son recogidos en el correspondiente apéndice, en el que se incluyen diversos índices igualmente concebidos para facilitar la tarea de los investigadores y posibilitar una lectura más rica de la monografía.

Concluimos este preámbulo agradeciendo la implicación de las Universidades de Huelva y Sevilla en este intento de recuperación de Diego López de Cortegana. Especial mención merece, también, el apoyo recibido del Excmo. Ayuntamiento de Cortegana, representado de forma especial en las figuras de su entonces Alcalde, D.Antonio Marín, y de su Concejala de Cultura, Dª. Ana Torres, alma en la organización y concierto de las Jornadas iniciales. Por último, queremos dar las gracias a los especialistas que con su saber, dedicación y generosa disponibilidad han forjado el volumen. Ellos son los auténticos protagonistas de la obra.

Francisco J. Escobar Borrego
Samuel Díez Reboso
Luis Rivero García.