Francisco J. Escobar Borrego, Paco Escobar, edita su primer CD como solista de guitarra flamenca. José M.ª Velázquez Gaztelu, en las palabras que le dedica en el folleto, lo define como “un disco ilustrado”, y otro crítico, Paco Vargas, en una página de Internet, sabemos que habla de “un disco de culto”. Menudos piropos. Merecidos, a nuestro entender.
Es una obra del y para el siglo XXI, e imperecedera por aunar emoción y ritmo, técnica y sentimiento. Su vocación musical intertextual -tanto a nivel musical como artístico en general- es patente, con guiños a García Lorca, el cine moroso de Angelopoulos, el Picasso flamenco, etc.Y, obviamente, el respeto al canon guitarrístico flamenco -Ramón Montoya, Javier Molina…-, compatible, con belleza, con diálogos con otras músicas como las de Astor Piazzolla. Tradición y vanguardia, como en la generación del 27, en simbiosis ejemplar y sin estridencia alguna. Recursos tomados de su experiencia como solista y como acompañante del cante y del baile y una clara voluntad de recreación y madurez completan nuestra valoración de esta obra primera pero en modo alguno primeriza por ser el resultado de años de experiencia y de aprendizaje.
Recorramos brevemente las piezas de este disco. “Momentos” es una rumba de calidad y a la vez con un toque más comercial, más pegadizo, lleno de matices musicales sin salirse del esquema de la rumba. Precioso el inicio de bandoneón de Ariel Hernández, todo un aviso de lo que será el resto del disco, un diálogo con otros instrumentos, siempre desde la esfera flamenca.“Paisaje cromático”, dedicado a su madre, es un pasaje de tres minutos de alta belleza melódica y rítmica, sugerente expresión impresionista musical de sentimiento patente. “A contratiempo”, tangos, donde canta Rafael de Utrera, es, como dice la letra, “acordes que vuelan alto / brillan en la inmensidad”. Son tangos vigorosos, que no pierden nunca la raíz de su signo flamenco, pero enriquecidos con matices melódicos y armónicos, ajenos a la estridencia o la aceleración insustancial. Estos tres cortes forman la seria “Soñar”. La segunda parte, “Rito”, contiene otras tres composiciones. “Junto a la ermita” son unos fandangos con inicio de campanas, sonidos que, sinestésicamente, evocan olores, aires, sabores de la marisma. Canta Victoria Escobar una letra por fandangos. “Bajañí”, con inicio de corneto, es una rondeña-bulerías, una de las piezas más elaboradas y originales. Usa una nueva afinación, con el recurso de la scordattura. El resultado es vibrante, alegre, de andadura muy flamenca en diálogo con otros instrumentos como el corneto o el bandoneón. “Altozano” es una soleá por bulerías, quizá la pieza más flamenca en el sentido tradicional, con sólo el guitarrista y las palmas de Rafael de Utrera. Es más canónica en este sentido. Es un homenaje a Triana, con “el apunte percutido sugerido de los ritmos matrices”, como dice el propio compositor.“Metamorfosis” es la tercera parte del trabajo, con cuatro nuevos cortes. Las sevillanas “Otoño en Sevilla”, con la paradoja contenida en el título (otoño, cuando la feria de abril, reino de las sevillanas, es en abril) es un composición estilizada y elegante, armónica, feliz, redonda, con algún retazo de maestros, de sus maestros, como Manolo Sanlúcar. “Palabras”, dedicado a su mujer, Isabel, tiene un inicio penetrante y sensible de guitarra, en diálogo fructífero y tierno con el bandoneón de Ariel Hernández. Pura delicatessen musical, un lujo para el oído y el alma. La siguiente es “Nostalgia”, tanguillos, donde canta de nuevo su hermana Victoria Escobar. Es una composición nada superficial ni reiterativa. Un homenaje al recurrente mundo de los tanguillos, aquí pletóricos, luminosos, completos, un ritornello fragante y lleno de luz y de vida. Termina esta sección con la granaína “Vuelo de golondrinas”. Tras evocar a Cádiz, Triana o Ronda, toca el turno a Granada y la música lánguida y sublime de la granaína, con el corneto de nuevo adornando para enriquecer este reconocible armazón flamenco.La última parte, “Inspiración”, contiene las bulerías “Sabor a canela”, con el cante de Victoria Escobar. Es un resumen de su inspiración: cuadratura e identificación con la tradición y rítmica del Flamenco, enriquecida con matices melódicos y armónicos aprendidos con el tiempo.Es palpable la enjundia flamenca de esta obra, el esfuerzo de investigación musical, la experiencia que hay debajo de su composición.
Paco Escobar ha entrado con buen pie en el mundo de la edición discográfica, con una obra madura, culta, moderna, universal.
José Cenizo Jiménez